A veces no tenemos más remedio que gritar nuestras peticiones al aire. Muchas de esas veces, nos gustaría que en el aire, hubiese alguien o algo capaz de hacer realidad nuestros deseos imposibles. Pero sucede que gritamos, pedimos, imploramos y nadie nos oye... y sentimos soledad.
¿Porqué no nos damos cuenta de que al menos tenemos aire?. Yo le pido todo al aire, como si me lo pudiese traer con un soplo de viento. Después me olvido y nunca me acuerdo si aquello que solicité llegó.
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