Ayer desperté con una punzada abajo del ombligo (ya saben mujeres), de esas que se sienten como si te hicieran un moño en las trompas de falopio anunciando la venida de... pos como lo quieras llamar: Andrés, tu amiga, red days, o el diablo con vestido azúl, como le digo yo.
Ya andaba de malas desde el momento del ¨ ya merito ¨, por la punzada del demonio, o porque dado al estado de pez globo que sufre el cuerpo no me entraba la ropa, o porque ya me había salido un grano horrible en la frente, o porque tuve que ir a pararme enfrente del calendario pa´ver que sí era real y el suceso estaba por ocurrir.
Cumplí el ritual de cada mes, ya revisé mis provisiones, que si para el día, que si buenas noches, que si plus, super plus y las arañas. Por la tarde, el ¨ ya merito ¨terminó, por lo cual tuve que ser presa del Syncol (que por cierto tiene una sustancia para controlar los altibajos del carácter que me trajo en un estado de felicidad estúpida y creatividad contenida por la noche y más al convinarla con vino tinto y unas chelas posteriormente, mujeres: no tomen más de dos).
Sí, mundo: ando en mis días.
Ya no tomo el Syncol, pa´que arreisgarle; regresé a la emocionalidad, ya me encabroné hasta con el control de la tele por no cambiar de canal. A Dios gracias, la transformación dura sólo unos días, volveré al a piel sin granos y ya no pareceré pez globo, ya nada me dolerá...
¿Quién quiere ser vieja?
10.22.2005
10.21.2005
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